Evolución de la Inteligencia Emocional.

La  inteligencia  emocional  es  un  término  muy  controvertido.  Sobre  él  se han escrito cientos de libros y artículos debido  a  su  creciente  popularidad  e importancia  en  el  campo  de  la  administración.

Aristóteles. Según Aristóteles.

Inteligencia emocional: el desafío de Aristóteles





“Cualquiera puede ponerse furioso…eso es fácil. Pero estar furioso con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto, y de la forma correcta… eso no es fácil.” Aristóteles, “Ética a Nicómaco”. 

Las emociones, como afecciones del alma y del cuerpo.

Aristóteles se ocupa de las pasiones o emociones en el libro I de su tratado Del alma, en relación con el problema de si hay algún acto o afección del alma que sea exclusivo de ella (DA 403a 10). Las teorías más aceptadas en su tiempo proponían dos definiciones contrarias acerca de las emociones; para una, la de los físicos, las pasiones eran fenómenos corporales, en tanto que para la otra, la de los dialécticos, eran fenómenos dianoéticos o "mentales" (DA 403a 30). Ambas concepciones le parecen inadecuadas porque dan cuenta de una manera parcial de las emociones. La primera considera solamente el principio material de las afecciones, en tanto que la segunda atiende sólo a su principio formal (DA 403b).
Aristóteles cuestiona la concepción dialéctica de las emociones a partir del hecho de que: las afecciones del alma parecen darse con el cuerpo: "valor, dulzura, miedo, compasión, osadía, así como la alegría, el amor y el odio. El cuerpo, desde luego, resulta afectado (páschei) conjuntamente en todos estos casos" (DA 403a 16–18).

Las emociones y las sensaciones del placer y el dolor.

Aristóteles sostiene que las pasiones en general van acompañadas de las sensaciones placer y/o dolor, las cuales entrañan cierta alteración o turbación psicofísica (Cooper, 1996; Boeri, 2007). Los placeres y dolores suelen ir acompañados de calor y frío en alguna parte del cuerpo o en todo él (MA 701b 32—702a 6).
Las sensaciones de placer y dolor ocupan un lugar muy importante en la noción aristotélica de emoción. Así, en Ética nicomaquea, las emociones se definen básicamente como afecciones acompañadas de placer o dolor:
Llamo pasiones (páth i) al deseo (epithymía), la cólera (org ), el temor (phóbos), la audacia (thrásos), la envidia (phthónos), la alegría (chará), el sentimiento amistoso (philía), el odio (misos), la añoranza (póthos), la emulación (z los), la piedad (éleos), y en general a todas las afecciones a las que son concomitantes el placer o la pena (hois hepetai hedon    lúpe). (EN 1105b 20–23)

Las emociones y las creencias, La interpretación cognitivista extrema.

Aristóteles le concede un lugar preponderante a las creencias en su teoría de las emociones. Muchas de las definiciones aristotélicas de las emociones se relacionan con ciertas opiniones o creencias. El filósofo sostiene que algunos juicios provocan ciertas emociones y que ciertos juicios excluyen ciertas emociones: la creencia de que hemos sido objeto de un agravio inmerecido excita nuestra ira.
En los tópicos Aristoteles, afirma que el juicio es una condición necesaria de la emoción y pone como ejemplo la ira.

Salovey y Mayer.

En paralelo al desarrollo de nuevas corrientes, surge el concepto de la Inteligencia Emocional. Los primeros en acuñar el nombre de Inteligencia Emocional fueron John Mayer y Peter Salovey. Los padres del concepto de la Inteligencia Emocional querían desarrollar un test para poder medir, de forma científica, el área emocional de las personas. Su trabajo culminó en el MSCEIT (Mayor-Salovey-Caruso Emotional Intelligence Test).

Modelo de Inteligencia Emocional de Mayer & Salovey.


Según Fernández (2005), El modelo de Habilidad de Inteligencia Emocional de Mayer & Salovey considera que la IE se conceptualiza a través de cuatro habilidades básicas, que son:

Percepción Emocional.

Esta habilidad se refiere al grado en el que los individuos pueden identificar convenientemente sus propias emociones, así como los estados y sensaciones fisiológicas y cognitivas que éstas conllevan. Por último, esta habilidad implicaría la facultad para discriminar acertadamente la honestidad y sinceridad de las emociones expresadas por los demás.

Facilitación emocional del pensamiento.

Esta habilidad se centra en cómo las emociones afectan al sistema cognitivo y cómo nuestros estados afectivos ayudan a la toma de decisiones. También ayudan a priorizar nuestros procesos cognitivos básicos, focalizando nuestra atención en lo que es realmente importante. En función de los estados emocionales, los puntos de vista de los problemas cambian, incluso mejorando nuestro pensamiento creativo.

Comprensión Emocional.

Implica la habilidad para desglosar el amplio y complejo repertorio de señales emocionales, etiquetar las emociones y reconocer en qué categorías se agrupan los sentimientos. Además, implica un actividad tanto anticipatoria como retrospectiva para conocer las causas generadoras del estado anímico y las futuras consecuencias de nuestras acciones.  Igualmente, la comprensión emocional supone conocer cómo se combinan los diferentes estados emocionales dando lugar a las conocidas emociones secundarias (i.e., los celos pueden considerarse una combinación de admiración y amor hacia alguien junto con un matiz de ansiedad por miedo a perderla debido a otra persona).

Regulación Emocional.

Es la habilidad más compleja de la IE. Esta dimensión incluiría la capacidad para estar abierto a los sentimientos, tanto positivos como negativos, y reflexionar sobre los mismos para descartar o aprovechar la información que los acompaña en función de su utilidad. Además, incluye la habilidad para regular las emociones propias y ajenas, moderando las emociones negativas e intensificando las positivas.







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